divendres, 19 de març del 2010

Anatomía de un antagonista


[AVISO: Contiene spoilers de Tales of Symphonia. Si estáis jugándolo o vais a hacerlo, más os vale no seguir leyendo.]


Toda historia tiene sus protagonistas y sus antagonistas. Sin embargo, a menudo no está clara la frontera entre unos y otros. Normalmente se asume que los personajes cuyo comportamiento calificaríamos de “bueno” o “justo” son los protagonistas, y que los antagonistas son aquellos que intentan impedirles que logren sus metas. Sin embargo, ello no impide que los antagonistas no siempre sean necesariamente malvados o que, aun siéndolo, tengan sus razones argumentadas de por qué son malvados. Solemos pensar en los protagonistas como transmisores de valores y actitudes (buenas pero también malas, si el protagonista es un villano), pero los antagonistas realmente interesantes son aquellos que, a pesar de ser malvados, un@ puede ponerse en su lugar y entender, sin que ello implique necesariamente justificar, su comportamiento.


Uno de mis antagonistas preferidos es Mithos Yggdrasill, del videojuego Tales of Symphonia para la consola Nintendo GameCube, gran juego que actualmente resulta complicado encontrar pues han pasado ya cinco años desde su lanzamiento. Antes de continuar, avisar a quien tenga la intención de jugar a este juego (como una de mis amigas) que NO SIGA LEYENDO, pues lo que viene a continuación destripa algunas de las mayores intrigas del argumento.


Al principio del juego, Mithos es conocido por ser el héroe que puso fin a una gran guerra 4000 años antes de los acontecimientos del juego. Era semielfo, condición que en su mundo le convertía en un marginado; él y sus compañeros fueron traicionados por un humano y su hermana fue asesinada a causa de eso. Por ese motivo, Mithos desarrolló un profundo miedo y aversión hacia los humanos, y eso le condujo a crear una organización formada por semielfos con la que controlar el mundo. Sin embargo, su objetivo no era el poder en sí mismo, sino eliminar las diferencias de sangre entre elfos, humanos y semielfos para crear una raza de seres iguales. De ese modo creía que acabaría con la discriminación, y así lo dice: “La gente teme a los que son diferentes. Por lo tanto, la solución es que todo el mundo sea igual.” (Esto puede verse como una crítica a los sistemas autoritarios, cosa que por otra parte dudo que estuviese en las intenciones de los desarrolladores japoneses)


Este plan, que Mithos consideraba una manera de lograr un mundo sin discriminación, no es visto de igual manera por los protagonistas. En primer lugar, por la manera en que quiere lograr ese objetivo: mediante unas gemas mágicas llamadas exferas (sí, con “x”) que anulan la personalidad del individuo y lo convierten en un ser sin alma ni sentimientos que no vive sino que solamente existe como si de un autómata se tratase. Se puede poner en duda si una vida así merece la pena, pero lo que de verdad resulta terrible es que estas exferas se activan tomando la vida de otra persona, cosa que Mithos justifica diciendo que “la revolución comporta sacrificios”. Evidentemente, Mithos utiliza a humanos para este fin, a los que confina en “granjas humanas” (ahí se podría ver también un paralelismo con la manera como se trata en nuestra sociedad a los animales para la producción). Así, acaba tratando a los humanos exactamente igual a como estos trataban a los semielfos, convirtiéndose justo en aquello contra lo que luchaba. Es el triunfo del dolor (por la muerte de su hermana) sobre sus ideales.


Hay otro tema alrededor de Mithos: la manera en que busca salvar el mundo. Para poner fin a la gran guerra que estaba a punto de acabar con el mundo, lo dividió en dos dimensiones paralelas para aislar las fuerzas enfrentadas. Sin embargo, eso provocó que no hubiera suficiente maná (la energía que daba vida a los seres de ambos mundos) y que estos tuvieran que alternar periodos de prosperidad y decadencia, marcados por el sacrificio de un Elegido que debía dar su vida para invertir el flujo de maná hacia su mundo. Es así que este sistema, si bien mantenía a raya a las fuerzas que causaron la guerra, implicaba también el sufrimiento y el sacrificio de un gran número de gente. Sin embargo, hay quienes defienden que en verdad él tenía razón, ya que al volver a unir ambos mundos los conflictos surgieron de nuevo y eso dio lugar a más sufrimiento. Sin poner en duda las demás cosas horribles que hizo, podemos preguntarnos si este sistema era lícito o no teniendo en cuenta que Mithos realmente lo veía como una solución para evitar otra gran guerra, y él mismo lo dice al ser derrotado: “Quería mi propio mundo, así que no me arrepiento de mis acciones: volvería a repetirlo todo paso por paso”. ¿Héroe caído o villano sin más? Decidid por vosotr@s mism@s.

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