diumenge, 14 de març del 2010

¿Quién es más loco, el loco o el loco que sigue al loco?


El personaje de la foto (extraída de un grupo de Facebook) es el Matraca, un pintor bohemio más que conocido por los habitantes del centro de Terrassa (Vallès Occidental) por su atuendo y comportamiento bastante estrafalario, pues suele pasearse por la ciudad con andares curiosos, cantando y bailando como puede apreciarse en el vídeo que enlazo: El Matraca bailando en Terrassa (este aún es normal, comparado con cuando toca la guitarra en pelota picada en el balcón de su casa...)

Decía Freud que el artista debía ser un enfermo mental. ¿Podemos asumir, por lo tanto, que todo artista debe estar fuera de sus cabales? Con todos mis respetos hacia el señor Freud (que tampoco tenía la propia testa muy en su lugar, pues para él las pulsiones debían de explicar hasta el motivo por el que a las personas con una vida sexual más sana se les cortaría menos la mayonesa), yo creo que no.

Para empezar, ha habido muchos artistas que no estaban locos, si bien podían ser más o menos excéntricos. Los grandes músicos a menudo sufrieron épocas de incomprensión y miseria, pero de ahí a decir que estaban locos hay un abismo. Leonardo Da Vinci, gran inventor a la vez que artista, debía estar por lo menos medianamente cuerdo para dominar los intrincados de la ingeniería a un nivel más avanzado que el de su época. A Jules Verne se le tildó de loco por imaginar máquinas capaces de sumergirse en las profundidades de los océanos o ir a la Luna, pero he aquí que sus creaciones imaginarias se convirtieron en realidad. Solía decir yo que los grandes genios nunca han sido comprendidos en su época, a lo que un amigo mío me respondía "ni los locos tampoco, ni en la suya ni en ninguna". Sólo el tiempo discierne entre ambos casos, y no siempre lo hace.

Así que, los que consideramos artistas locos, ¿realmente lo están o son sólo unos incomprendidos? Es más, aun suponiendo que lo estén, ¿no puede ser que lo estén fingiendo? El artista es a veces alguien bohemio y excéntrico, pero anormalidad en su comportamiento no implica necesariamente anormalidad en sus procesos mentales.

Distinguir la frontera entre la excentricidad y una cierta paranoia es una cuestión difícil, pero una cosa está clara: un artista al que se considera un poco loco tiene un morbo extra, y en el extraño mundo del arte actual esto parece ser un valor añadido. No creo que el artista deba ser necesariamente un enfermo mental o en menor medida parecer loco, pero sin duda esto contribuye a que sea más conocido. El arte vende más cuando lleva asociado el morbo o la excentricidad. Ello me recuerda a una famosa frase de Obi-Wan Kenobi en La Guerra de las Galaxias: Una nueva esperanza: ¿Quién es más loco, el loco o el loco que sigue al loco?

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